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Es una preocupación constante cuando doy conferencias en los colegios: el peso de las mochilas.
Todos los especialistas en salud somos tajantes al afirmar que los primeros años de vida del ser humano son fundamentales para el desarrollo futuro, y por ello requiere especial atención y cuidados. Los niños están creciendo y sus huesos y su estructura muscular se están formando por lo que efectivamente, el peso que llevan sobre sus hombros puede afectar a su salud.
En mis años como quiropráctico he observado un aumento progresivo de niños con molestias y problemas de espalda. ¿Los motivos de este incremento? Existen múltiples factores, pero hoy me gustaría incidir en la importancia del peso de las mochilas que diariamente cargan nuestros escolares y en la relevancia que este hecho tiene sobre su futura calidad de vida.
La mochila no deberá pesar nunca más de entre el 10 y el 15 % del peso corporal del niño. Es decir, si el niño pesa 30 kg, el peso máximo de su mochila será 3,5 kg y si el menor pesa 45 kilos, no cargará más de 4,5 kg, por ejemplo.
El curso es largo, por lo que acarrear diariamente con un peso excesivo durante un periodo prolongado de tiempo, como es el curso escolar, puede derivar en lesiones, problemas musculoesqueléticos, dolores de espalda, cuello, hombros, etc.
Según una investigación realizada por la Universidad CEU San Pablo de Madrid el 80% de los escolares llevan más kilos de lo que es aconsejable para su salud.
La comunidad educativa debería buscar y encontrar una solución para que nuestros pequeños no carguen con tanto material escolar. Por ahora, en algunas comunidades se han dividido los libros de texto por trimestre, así se aligera ⅔ el peso del libro. Otra opción es el uso de las tabletas en vez de los libros, se reduciría mucho el peso, pero nos encontramos con el debate de limitar el uso de las nuevas tecnologías. La solución no es sencilla, pero debemos cuidar la salud de los pequeños para que crezcan sanos.
Mientras, cuidaremos y aconsejaremos a nuestro hijos con una serie de pautas básicas: las mochilas que utilicen serán ergonómicas y de calidad, apropiada para su altura, con refuerzos y tirantes acolchados, y agarre en la cintura y en el pecho. A la hora de colocarse la mochila nos fijaremos que ambas asas quedan sobre los hombros, firmemente sujetas y bien pegada a la espalda, ocupando el centro de la misma, la zona dorsal principalmente. El peso debe recaer en la zona lumbar. Enseñaremos a nuestro hijo a que revise a diario el contenido de su mochila y sólo coja lo imprescindible, distribuyendo el peso de tal manera que lo más pesado vaya en la parte baja de la bolsa. Y animémosles a que hagan ejercicio, sus músculos se fortalecerán.
Una alternativa utilizada por algunas familias es la mochila con ruedas, pero la carga se distribuye de manera desigual y se tiende a tirar de ella siempre del mismo lado.
Recientemente se daba a conocer otro estudio sobre adolescentes de 12 a 18 años de toda España, publicado por la Asociación Española de Pediatría, AEP, en el que se volvía a constatar el riesgo en los niños con mochilas más pesadas de sufrir dolor de espalda.
Prestemos atención a estos detalles, démosles la importancia que requieren y visto que el problema no es fácil de solucionar, chequeemos las columnas de los niños para detectar posibles desequilibrios causados por el uso de las mochilas.