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La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por una disminución de la densidad de los huesos a causa de la pérdida del tejido óseo. El hueso pierde calcio y se debilita, lo que conlleva a un debilitamiento de su resistencia frente a los traumatismos o la carga, con la consiguiente aparición de fracturas. Las fracturas se dan con mayor frecuencia en los huesos de la cadera, de la muñeca y sobretodo de las vértebras de la columna vertebral. Se trata de un proceso lento a lo largo de muchos años. La mujer especialmente, tras la menopausia, es uno de los sectores de población que más la padece.
Existen una serie de factores que contribuyen enormemente en su desarrollo, una alimentación con bajo aporte de calcio y otros minerales y nutrientes, y el sedentarismo. Los huesos son un tejido vivo que constantemente absorbe y libera calcio, cuando nuestro cuerpo es incapaz de generar suficiente hueso, surge la osteoporosis.
La quiropráctica juega un papel muy activo en su prevención. Ayuda a detener su avance dado que mantiene una correcta alineación y movimiento interarticular a nivel de la columna y de todas las articulaciones. Contribuye a reducir los síntomas y hace que mejore la movilidad y el funcionamiento articular, muscular y de los ligamentos del sistema musculoesquelético de la persona.
Además de los ajustes quiroprácticos, para prevenir la osteoporosis a lo largo de toda nuestra vida siempre deberán estar presentes los alimentos ricos en calcio, fósforo y vitamina D especialmente. También minerales como el magnesio y el zinc, así como la vitamina K porque contribuyen en el proceso de formación de nuestro esqueleto. Nuestra dieta deberá ser abundante en estos nutrientes.
Existen alimentos vegetales de alto contenido en calcio que nuestro cuerpo los asimila mejor que los lácteos, por ejemplo las semillas de sésamo negro, las algas kombu, las almendras, las nueces, los dátiles, las naranjas y la col kale.
El fósforo lo encontramos en los frutos secos, los cereales integrales y las legumbres, todos ellos favorecen la absorción del calcio en nuestro organismo.
La vitamina D tiene una misión similar. Alimentos ricos en este nutriente son el pescado azul, el aceite de hígado de bacalao, las sardinas o los huevos.
Y la vitamina K, que también ayuda en el proceso de creación del hueso, está presente en las verduras de hoja verde oscura, espinacas, brócoli, también en el aguacate, el kiwi y el aceite de oliva.
Y junto a todos los consejos anteriores, añade el hábito de hacer ejercicio. Su práctica regular estimula la formación del hueso, de ahí su importancia.
Alimentación rica, ejercicio regular y ajustes quiroprácticos son los pilares para disfrutar de unos huesos sanos toda la vida.