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La escoliosis en los niños, desgraciadamente más habitual de lo que popularmente se cree, es la desviación lateral de la columna vertebral. Se suele producir en el periodo comprendido desde la gestación hasta la adolescencia del menor. Su detección temprana y posterior cuidado es fundamental para prevenir problemas y enfermedades futuros.
Como adultos responsables de los menores debemos de fijarnos en nuestros pequeños y tenemos que tener muy presentes los síntomas externos de la escoliosis, ya que los internos son difíciles de determinar. Generalmente, los niños no son capaces de expresarnos, por ejemplo, que se sienten fatigados, uno de los síntomas, porque aún no saben poner nombre a lo que sienten. De ahí lo extremadamente importante que resulta fijarnos en esos signos externos para valorar un problema de escoliosis. Por ejemplo, esto es, debemos observar que los hombros y las caderas del menor estén alineados. En el caso de que haya una descompensación entre ellos, es decir, que un hombro esté más arriba que otro, o que un lado de la cadera esté elevado con respecto al otro lado, debemos concluir que muy probablemente se trate de escoliosis. Pero, existen casos donde la escoliosis infantil se manifiesta de forma leve y los signos pueden pasar desapercibidos, de ahí la importancia de la realización de un examen dirigido por un especialista: un quiropráctico.
En la mayoría de los casos no se saben las causas exactas que pueden producir esta desviación, aunque algunos estudios apuntan a un factor genético, es decir, el hecho de que uno de los padres de un niño haya sufrido escoliosis, puede tener que ver con que el niño también la padezca.
Etapa determinante: Hay dos etapas en la vida de los menores que son determinantes para el desarrollo de una escoliosis, y son las fases de crecimiento elevado y rápido. La primera se produce cuando el niño alcanza los dos años. Su cuerpo comienza a cambiar de manera veloz. Otro periodo de crecimiento rápido se produce en la pre adolescencia y adolescencia. En estos momentos, desde que son bebés hasta que alcanzan la pubertad, tenemos que estar especialmente atentos y fijarnos en su cuerpo, en su espalda, hombros, caderas…, y hacerles un chequeo para asegurarnos que todo se está desarrollando correctamente a nivel musculoesquelético.
Es decisiva esta detección en edades tempranas, ya que si no cuidamos esta desviación de la columna con el crecimiento del niño irá a más, y como consecuencia el niño podrá sufrir en función del grado de desviación, dolores en la espalda y en los hombros, podrá disminuir su capacidad pulmonar, o padecer frecuentes episodios de fatiga ya que su cuerpo no estaría funcionando al 100%, etc. Si la escoliosis evoluciona a más de 45/50º de la curvatura de la columna, los traumatólogos suelen recomendar operar. Esta cirugía consiste en la colocación de barras de acero, anclajes y tornillos para enderezar la columna vertebral.
Desde la Quiropráctica: Desde la quiropráctica lo que hacemos es evitar la progresión de la escoliosis, y ayudamos a disminuir de una manera significativa sus consecuencias, sin olvidar que será una solución a largo plazo y que requiere constancia. Lo que conseguimos es evitar que el problema vaya a más, impidiendo el desarrollo de dolores de cabeza, de cuello, de espalda, estados de fatiga tan habituales en los afectados por una escoliosis. En definitiva, mejoramos la calidad de vida de nuestros pacientes y en consecuencia, les ayudamos a ser felices.
Si tú o alguno de tu seres queridos estáis preocupados por el problema de la escoliosis, o simplemente deseáis una revisión para saber si tenéis o no, llamadnos, por favor. Estaremos encantados de revisar la alineación de vuestra columna vertebral.